Tu libertad acaba donde empieza la mia

Tu libertad de hacer lo que quieras con tu puño termina donde empieza mi mandíbula

Hay un viejo dicho en la ley:  “Tu libertad de hacer lo que quieras con tu puño termina justo donde empieza mi nariz”. Atribuida a personajes tan diversos como Oliver Wendell Holmes, John Stuart Mill e incluso Abraham Lincoln, la génesis exacta de la cita es incierta, pero en general transmite el principio de que tu derecho a ejercer cualquier “libertad” a la que creas tener derecho termina cuando esa libertad amenaza mi vida y mi seguridad. Tal vez John B. Finch expresó mejor el significado deseado cuando declaró: “Ni en la ley ni en la equidad puede haber libertad personal para ningún hombre que sea esclavitud y ruina para sus semejantes”.

Durante la semana pasada, hemos visto a multitudes, tanto pequeñas como grandes, ejercer su derecho a protestar en los capitolios estatales de todo el país. Las protestas pretenden oponerse a las medidas de “distanciamiento social” y a los cierres de empresas ordenados por varios gobernadores estatales, y la mayoría de ellas, no por casualidad, se producen en estados en los que los demócratas están a cargo de la cámara estatal. Las protestas no son “orgánicas”, sino que están siendo activamente impulsadas por organizaciones derechistas y antigubernamentales y por los llamados activistas del “Tea Party” que lideraron protestas similares contra la “tiranía” de la Ley de Asistencia Asequible.

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Oliver wendell holmes

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Tu libertad termina donde empieza mi nariz significado en hindi

El famoso poeta Alfred George Gardiner, en su obra “Pebbles on the Seashore” (Guijarros en la orilla del mar), resumió este enigma de la manera más bella. La libertad de una persona termina donde empieza la de otra. Este hecho ha sido afirmado desde el juez Oliver Wendell Holmes hasta John Stuart Mill y Abraham Lincoln.

Además de este complicado asunto, también hay que considerar el aspecto emocional y las diferencias educativas. Es muy fácil generar una sola chispa que acabe provocando un incendio a escala nacional en la India.

No es la India la única que se enfrenta a este reto de la libertad de expresión frente al nacionalismo. En todo el mundo se han hecho esfuerzos a lo largo de los siglos para que la protección de la libertad de expresión sea absoluta.

Hasta ahora, los derechos humanos, como el derecho a la libertad de expresión, han sido un privilegio concedido a los ciudadanos de cada nación sobre la base de sus leyes y Constituciones. Deben emanar de la ley y estar regulados de acuerdo con la misma respecto a las circunstancias específicas de cada nación.

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La libertad termina cuando empieza la justicia significado

Es posible que se haya encontrado con alguna versión de esta frase, o con un dicho, relativo al debate sobre si llevar máscara es una obligación o una cuestión de libertad personal, lo que nos ha llevado a investigar la historia de la frase. No es ni mucho menos nueva.

En un discurso pronunciado en agosto de 1921 en la Iglesia Metodista de la calle Washington, en Poughkeepsie, encontramos que se utilizó para hablar de la templanza, el servicio militar obligatorio y la peste. Ben D. Wright, Gran Jefe Templario de la Gran Logia de Nueva York, una organización antialcohólica, dijo lo siguiente en apoyo de la 18ª Enmienda Constitucional (más conocida como Prohibición) que había sido aprobada recientemente y que prohibía la venta y el consumo de bebidas alcohólicas embriagantes, excepto con fines “medicinales”.

La Iglesia Metodista de la esquina sureste de Washington Street y Mill Street en Poughkeepsie fue el lugar donde un orador invocó en 1921 la conocida frase sobre dónde empiezan y terminan los derechos de cada uno, en relación con las bebidas alcohólicas y basándose en cuestiones morales.

“Oímos decir que la 18ª enmienda fue un golpe directo a la Libertad personal. ¿Qué es la libertad personal? Tengo derecho a sacar mi puño. Si la punta de su nariz se interpone en el camino de mi puño, mi libertad personal termina donde comienza su nariz. Si alguno de ustedes llegara a casa esta noche y encontrara a un miembro de su familia sufriendo la peste bubónica, su casa y todo lo que posee probablemente sería quemado. Se le reembolsaría, por supuesto, pero no se le permitiría conservar ningún recuerdo, ni siquiera las fotos de su madre. No disfrutamos de la libertad personal, sino de la libertad cívica, el mayor bien para el mayor número de personas. No hace mucho tiempo, todos los hombres de cierta edad debían rellenar un formulario en blanco para estar preparados para el reclutamiento selectivo. Pues millones de hombres fueron elegidos para luchar. ¿Oísteis a alguno de ellos decir “bueno, yo no voy”? Si lo hiciste, sabes dónde está hoy. Está en una prisión federal. Como en estos casos en los que el bien mayor prevalece incluso sobre la libertad personal, así es con la 18ª Enmienda”.