Argumentos en contra de la inmigracion en españa

Argumentos a favor de la inmigración

“El crisol de razas se ha roto”, dicen los activistas antiinmigración, a quienes les preocupa que la presencia de más extranjeros destruya la cultura estadounidense porque no se asimilan como lo hicieron las anteriores oleadas de recién llegados. Las pruebas de este pesimismo son, en el mejor de los casos, débiles. Alrededor de un tercio de los inmigrantes mexicanos se casan fuera de su etnia o raza, el mismo porcentaje que en 1990. Además, las generaciones sucesivas han experimentado un gran aumento de los ingresos de los hogares y de la tasa de propiedad de la vivienda. Y cuando se trata de aprender inglés, todo indica que los hispanos son menos propensos a hablar español en casa que en años anteriores y tienen niveles cada vez más altos de dominio del inglés. En la tercera generación, sólo el 25% de los hogares hispanos dicen que el español es la lengua dominante en casa.

Los estadounidenses siempre han tenido dos opiniones en lo que respecta a la inmigración. Por un lado, todos reconocemos que nosotros o nuestros antepasados venimos de otro lugar. Por otro lado, desconfiamos de los recién llegados, especialmente de las partes del mundo diferentes a las que estamos acostumbrados. Ahora que India y China han desplazado a México como principales países emisores, esa sensación de incomodidad puede continuar. Pero también es cierto que el 49 por ciento de los estadounidenses cree que la inmigración ayuda a la economía (frente al 40 por ciento que dice que la perjudica), el 60 por ciento dice que no ha tenido ningún efecto en su trabajo y el 72 por ciento dice que los inmigrantes “cogen trabajos que los estadounidenses no quieren”.

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Pros y contras de la inmigración en españa

España puede presumir de haber integrado en su sociedad una oleada de inmigrantes de singular envergadura e intensidad, que no ha ido acompañada de conflictos sociales de consideración ni de la aparición de movimientos xenófobos. Sin embargo, todavía está muy lejos de los países en los que los inmigrantes de primera generación y sus descendientes se han asegurado un papel destacado en la vida pública.

Han pasado más de 30 años desde que se aprobó la primera Ley de Extranjería en España, en 1985, y más de 20 desde que la inmigración empezó a figurar de forma destacada en el debate público y a ser percibida como una nueva realidad social. En este periodo, España ha pasado de ser una sociedad cultural y étnicamente homogénea a otra en la que los inmigrantes procedentes de decenas de países diferentes, con religiones, lenguas y características físicas muy distintas, representan el 13% de la población. El proceso ha sido gestionado por las autoridades y la sociedad en general, sin que haya habido ningún debate sobre cómo garantizar la integración de los inmigrantes. Resulta especialmente llamativo que en España -a diferencia de muchos otros países europeos con mayor tradición inmigratoria- no haya habido un debate significativo sobre los elementos culturales de la integración, un debate que oscila entre dos “modelos”, el multicultural y el asimilacionista, y todos los puntos intermedios. Tal vez porque la identidad nacional en España en su conjunto es débil, las encuestas de opinión han demostrado sistemáticamente que la inmigración no se percibe como una amenaza cultural, a diferencia de lo que ocurre en buena parte de los países europeos. Sólo en Cataluña, donde existe una fuerte identidad nacional-cultural, percibida como en peligro, este aspecto ha tenido alguna importancia.

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Efectos positivos de la inmigración

Manifestantes participan en una reciente protesta contra un mitin del partido español de extrema derecha Vox en Barcelona, España. El partido nacionalista Vox ha aparecido recientemente en la escena política al obtener representación en las elecciones regionales del sur del país en diciembre.

Vox, un partido muy parecido al Frente Nacional francés y al Partido de la Libertad austriaco, obtendría, según los sondeos actuales, alrededor del 10% de los votos y un número considerable de escaños en el Parlamento.

Vox se fundó inicialmente como un partido nacionalista que se oponía al separatismo y la descentralización. Recientemente, sin embargo, se ha convertido en un partido más crítico con la inmigración, el multiculturalismo, la Unión Europea y el Islam.

En su manifiesto de partido, aboga por la deportación de los inmigrantes indocumentados y delincuentes, las restricciones en las políticas de naturalización, un proceso de admisión selectivo y posiblemente discriminatorio que favorezca a los inmigrantes de países “amigos” y las restricciones a la expresión pública del Islam.

Los politólogos predijeron hace tiempo que este tipo de partido no podría afianzarse en España. Dado que la descentralización es una preocupación más importante que la inmigración, y que el principal partido de centro-derecha (el Partido Popular) ya adopta una posición restrictiva en materia de inmigración, el argumento es que no hay lugar para un partido anti-inmigración en España.

Efectos de la inmigración en la sociedad

La frontera entre México y Estados Unidos ha servido como ruta laboral durante más de un siglo, generalmente en beneficio de ambas naciones. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el gobierno estadounidense financió específicamente el Programa Bracero en un esfuerzo por reclutar más trabajadores migrantes latinoamericanos en Estados Unidos.

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En cualquier caso, los trabajadores indocumentados no tienen ninguna razón para considerarse infractores de la ley en ningún sentido significativo: aunque sobrepasar los visados de trabajo es técnicamente una violación del código de inmigración, los trabajadores inmigrantes lo han hecho con la aprobación tácita de nuestro gobierno durante décadas. Y dado que fue la participación del gobierno estadounidense en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) la que causó tanto daño reciente a muchas economías laborales latinoamericanas en primer lugar, Estados Unidos es un lugar lógico para buscar trabajo.

Esto es una exageración. Los trabajadores indocumentados no pueden acudir con seguridad a las fuerzas del orden en busca de ayuda, porque se arriesgan a ser deportados, y eso aumenta artificialmente la delincuencia en las comunidades de inmigrantes indocumentados. La eliminación de esta barrera artificial entre los inmigrantes y la policía reduciría la delincuencia, no la aumentaría.