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La Abadía de Rioseco (Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco) es una antigua abadía cisterciense situada en Rioseco, en el Valle de Manzanedo, en la actual provincia de Burgos, junto al río Ebro.
En 1148 la abadía cisterciense de Valbuena, de la filiación de Morimond, fundó una casa filial en una antigua y pequeña ermita en Quintanajuar, en el Páramo de Masa. En 1171 esta nueva comunidad recibió como regalo de los herederos del noble Martino Martini de Uizozes el antiguo monasterio de Rioseco, cuya historia anterior no está registrada. Tras un traslado temporal a finales del siglo XII a San Cipriano de Montes de Oca (La Rioja), los cistercienses se trasladaron al Valle de Manzanedo a principios del siglo XIII, y probablemente en 1204, para ocupar el antiguo monasterio de Rioseco.
En el siglo XIV Rioseco se había convertido en una de las economías más poderosas de los cistercienses castellanos. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XV, al igual que la mayoría de los monasterios, vivió años de penuria y crisis, antes de volver a entrar en un periodo de mayor crecimiento y prosperidad en el siglo XVII.
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Está situado en una ladera que domina el río Ebro, en el inicio del escondido Valle de Manzanedo, en las Merindades de Burgos, dentro del parque natural del Alto Ebro y Rudrón. Fue uno de los monasterios cistercienses más importantes del norte de Burgos, siendo el referente y eje central del desarrollo de gran parte del Valle de Manzanedo. Antes de la fundación del Monasterio de Santa María de Rioseco, el valle y sus alrededores ya habían sido elegidos por los ermitaños para vivir su retiro y espiritualidad. El monasterio de Santa María de Rioseco es mencionado por primera vez en el año 1.171 en un escrito en el que los hijos de Martino Martini de Uizozes lo donan al Císter de Quintanajuar.
El rey Alfonso VIII, en su afán por pacificar la frontera entre Castilla y Navarra, convence mediante donaciones a los monjes de Quintanajuar para que se trasladen a San Cipriano Montes de Oca en La Rioja. Esto ocurrió en 1.184, pero veinte años después, sin el permiso de sus superiores ni del rey, la comunidad cisterciense regresó a Rioseco, al mismo lugar del que había partido. Debido a una importante inundación que asoló el monasterio en 1216, los monjes decidieron, esta vez con la aprobación del Capítulo General, construir un nuevo edificio en un monte cercano, lugar en el que se encuentra hoy, al que se trasladaron en 1236. A partir de aquí la comunidad de monjes comienza a consolidarse formando un coto redondo alrededor del monasterio, ampliando su dominio agrícola y ganadero. Familias enteras trabajaban en sus granjas, molinos, batanes y ventas. Se dice incluso que los monjes introdujeron los árboles frutales en el Valle.
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La Abadía de Rioseco (Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco) es una antigua abadía cisterciense situada en Rioseco, en el Valle de Manzanedo, en la actual provincia de Burgos, junto al río Ebro.
En 1148 la abadía cisterciense de Valbuena, de la filiación de Morimond, fundó una casa filial en una antigua y pequeña ermita en Quintanajuar, en el Páramo de Masa. En 1171 esta nueva comunidad recibió como regalo de los herederos del noble Martino Martini de Uizozes el antiguo monasterio de Rioseco, cuya historia anterior no está registrada. Tras un traslado temporal a finales del siglo XII a San Cipriano de Montes de Oca (La Rioja), los cistercienses se trasladaron al Valle de Manzanedo a principios del siglo XIII, y probablemente en 1204, para ocupar el antiguo monasterio de Rioseco.
En el siglo XIV Rioseco se había convertido en una de las economías más poderosas de los cistercienses castellanos. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XV, al igual que la mayoría de los monasterios, vivió años de penuria y crisis, antes de volver a entrar en un periodo de mayor crecimiento y prosperidad en el siglo XVII.
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Está situado en una ladera que domina el río Ebro, en el inicio del escondido Valle de Manzanedo, en las Merindades de Burgos, dentro del parque natural del Alto Ebro y Rudrón. Fue uno de los monasterios cistercienses más importantes del norte de Burgos, siendo el referente y eje central del desarrollo de gran parte del Valle de Manzanedo. Antes de la fundación del Monasterio de Santa María de Rioseco, el valle y sus alrededores ya habían sido elegidos por los ermitaños para vivir su retiro y espiritualidad. El monasterio de Santa María de Rioseco es mencionado por primera vez en el año 1.171 en un escrito en el que los hijos de Martino Martini de Uizozes lo donan al Císter de Quintanajuar.
El rey Alfonso VIII, en su afán por pacificar la frontera entre Castilla y Navarra, convence mediante donaciones a los monjes de Quintanajuar para que se trasladen a San Cipriano Montes de Oca en La Rioja. Esto ocurrió en 1.184, pero veinte años después, sin el permiso de sus superiores ni del rey, la comunidad cisterciense regresó a Rioseco, al mismo lugar del que había partido. Debido a una importante inundación que asoló el monasterio en 1216, los monjes decidieron, esta vez con la aprobación del Capítulo General, construir un nuevo edificio en un monte cercano, lugar en el que se encuentra hoy, al que se trasladaron en 1236. A partir de aquí la comunidad de monjes comienza a consolidarse formando un coto redondo alrededor del monasterio, ampliando su dominio agrícola y ganadero. Familias enteras trabajaban en sus granjas, molinos, batanes y ventas. Se dice incluso que los monjes introdujeron los árboles frutales en el Valle.